Cualquier empresa debe reciclar todo subproducto. El problema es ¿qué hacer con los subproductos para no incurrir en multas o gastos inasumibles?
En la mente de muchos (ya con unos años) reposa el recuerdo de las fincas agrícolas y su organización cuando la fuerza de tracción eran las Mulas. Las Mulas, en numero variable, indispensables en toda explotación agrícola, tiraban de los aperos de labranza (laboreo mínimo) y movían los carros para transportar insumos y productos. A cambio de ese servicio se les alimentaba y mantenía sus cuadras limpias retirando sus excrementos y camas de paja para dársela al campo como fertilizante; no quedaba nada. Gallinas hambrientas devoraban íntegramente toda la basura domestica. Había un reciclado integral de los desechos. Eran tiempos en los que los ríos recogían aguas y subproductos de fábricas cercanas, así como el contenido vertido por las alcantarillas de poblaciones cercanas, sin ningún pudor para no ser depurado.
Hoy, como antes, se fabrican o producen cosas y se eliminan residuos y basuras. Pero hoy, a diferencia de antaño, no se puede tirar nada ni verterlo a ninguna parte, en la mayoría de los casos. Por normativa, es obligación de las empresas el deshacerse de cualquier residuo o subproducto obtenido a partir de un proceso industrial, ganadero o agrícola de una manera medioambientalmente aprobada.
Así pues, invernaderos, Almazaras, Refinerías, Acereras, Explotaciones ganaderas, Fábricas de papel etc. han estar preparadas para no emitir ni verter ni almacenar por mas tiempo del permitido, residuos de ningún tipo, y si es el caso que liquidasen el negocio, deberán levantar todo el tinglado y marcharse a otro lado, no sin antes dejarlo todo tan limpio como lo encontraron.
Cualquier empresa debe reciclar todo subproducto. El problema es ¿qué hacer con los subproductos para no incurrir en multas o gastos inasumibles?. En este caso la solución viene de la mano de la ingeniería química, que tras mucho esfuerzo y horas de investigación ha encontrado la forma de transformar un gran número de subproductos en substancias útiles, necesarias, demandadas y comercializables.
Recientemente, en la Asociación Vallisoletana de Conservación, AVAC, hemos conocido como en una explotación de porcino se extraía gas metano partiendo de sus purines, y posteriormente se transformaba los restos, agotados para esta función primaria, en un fertilizante agrícola con nitrificación controlada; al final NO QUEDA NADA.
Otro ejemplo, en el caso del azufre extraído del petróleo. Las partidas de petróleo adquiridas para ser refinadas contienen una notable cantidad de azufre, y este se debe separar, debido a las estrictas normas anticontaminación, para que no sea consumido en los motores. Esto genera dilatados stocks de azufre en bruto en las factorías, que se plantean darle salida en el circuito comercial con lo cual, a algunos agricultores con suelos de PH altos, se les hace un favor, ya que es un producto demandado.
Lo curioso es que antes ese azufre se consumía, junto con el combustible, en industria y automoción, lo que aumentaba las emisiones de este elemento a la atmósfera. En parcelas próximas a algunas fabricas, cuando llovía, parte de las emisiones se precipitaban al suelo en lo que podríamos llamar un generoso e indiscriminado aporte en forma de lluvia ácida. Esas parcelas por entonces no mostraban ciertas carencias en oligoelementos como lo hacen hoy. ¿La solución?, corregir esas deficiencias mediante la adquisición y aplicación de este mineral amarillo, aunque esta vez de una forma mas onerosa.
No obstante, mal que nos pese, en la agricultura, como si de un proceso industrial se tratara, también se están vertiendo productos tóxicos al medio ambiente. Productos por los que se ha pagado y que han tenido la oportunidad de ser útiles, pero no lo han sido por escaparse del control humano; la mitad del nitrógeno que aplicamos a los cultivos se puede perder al alejarse de la rizosféra de los cultivos y lo mismo pasa con ciertos fitosanitarios. El agua de las fuentes en el campo no es tan sana como parece créanme.
Lo mismo o parecido se puede decir de las emisiones de CO2 a la atmosfera debido al labrado intensivo de los suelos.
Estamos pues en que en un principio se hacia agricultura ecológica (protagonista: la biología) después, al no haber basura para todos, entra la agricultura intensiva (un voto por la química) y, en estos momentos, por diferentes motivos, la biología puja de nuevo (Biología y Química se alían) para cerrar el círculo y nuevamente que no quede nada.
Claramente hoy en día el bolsillo del agricultor no esta para dispendios, eso está claro. La alarma ha saltado al bajar el precio de los productos hasta un límite de rentabilidad insospechado. Los precios de los productos han venido para quedarse, al menos en el corto plazo y el productor ha de disponer de un margen neto que justifique su esfuerzo y el riesgo asumido en cada campaña. Así pues, se deben limitar los insumos, las leyes medioambientales son cada vez mas restrictivas y no se debe recurrir a soluciones (que las hay para todo) sino a evitar la necesidad de usarlas.
Abonos compostados, micorrizas, bacterias, fungicidas naturales, han aparecido en escena y hay cantidad para todos. El concepto de “suelo vivo” tiene en este momento mas significado que nunca debido a la gran oferta de microorganismos vivos disponibles en el mercado. Pero los precios de estos insumos (de probada efectividad en muchos casos) deben de ir en concordancia con los agrarios de cara a poder ser asumidos en su totalidad. La adaptación a la distribución de los nuevos formatos a nivel parcela también se hará si se consolida como una opción rentable.
La gran cadena de reciclaje en la que algunos subproductos de una industria deben ser consumidos por otra y así sucesivamente hasta su desaparición completa cierra el circulo con ayuda de la agricultura y esto debe de se reconocido, a todos los niveles, en beneficio del sector.
Autor: Carlos Garrachón Arias. Asociación Vallisoletana de Conservación. AVAC.
Fuente: Empresa Agraria